Ecopsicología/Servicio a Dios (conferencia)
Servicio a Dios
(conferencia)
Cada niño, al nacer, empieza inevitablemente a aprender... el egoísmo. Pues todavía no sabe hacer nada por sí mismo, sino que, por el contrario, todos hacen todo por este niño sirviéndole. Y no puede ser de otra manera.
Pero cuando el niño empieza a crecer, es necesario, mediante la educación correcta, desacostumbrarlo paulatinamente de las tendencias egocéntricas y acostumbrarlo, al contrario, a cuidar a los demás y a ocuparse de ellos.
Al respecto, es interesante observar la conducta graciosa de algunos animales, por ejemplo, de las crías de las cornejas (Corvus cornix).
¡Una bandada de estas crías, con cuerpos ya tan grandes como los de sus padres, pide una y otra vez que los adultos les den comida! Y los padres agotados caen en la desesperación:
—¡No hay más comida! ¿Qué podemos hacer? ¡Hemos buscado en todas partes! ¡Ahora busquen ustedes! ¡Ya son grandes!
Pero las crías no quieren y los adultos tienen que buscar nuevamente. La encuentran, la traen y la ponen ante sus ojos. ¿Y qué hacen las crías? ¿Comen? ¡No! ¡Ellas gritan aún más fuertemente exigiendo que los pobres padres suban la comida del suelo y se la pongan en sus bocas!
Otra escena: ciertas personas acostumbraron a una cría de corneja a comer de las manos. Pero esta cría creció y se volvió muy grande, del tamaño de una corneja adulta. Ahora las personas le dan los pedacitos de pan con temor, ¡pues su pico se hizo tan grande que junto con la comida la cría puede agarrar algún dedo también! A veces los pedacitos caen de su boca, pero la cría, en lugar de levantarlos y comer, prorrumpe en un rugido de indignación en su lenguaje corvino:
—¡La pusieron mal! ¿Acaso piensan que tengo que inclinarme?
Pero va a pasar un tiempo y la necesidad le va a obligar a buscar la comida por sí misma y a inclinarse por ésta. Después aparecerán los hijos. Tenerlos será una escuela de altruismo, una escuela que enseña a ocuparse de los demás.
En el caso de las personas, todo sucede según un esquema más o menos parecido. Pero en este caso la educación correcta o incorrecta juega un papel considerable.
¡Cuántas veces hemos visto un egocentrismo total tanto en los adultos como en los ancianos, e incluso entre aquellos que se consideran «creyentes»!
¡Sin embargo, el amor verdadero, el que Dios anhela ver en nosotros, no es desear para uno mismo!
¡El amor verdadero, el único que puede acercarnos a Dios, es hacer el bien a todos los demás en todo lo bueno, incluso a veces en detrimento de uno mismo, sacrificándose uno mismo!
Las personas totalmente egoístas no pueden entenderlo y buscan el interés y la codicia ocultos aun detrás de las grandes acciones altruistas de otros para poder luego, bajo este o cualquier otro pretexto, condenarlos u odiarlos. Tales personas no pueden comprender a Dios ni tampoco acercarse a Él.
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¿Cómo entienden las personas el servicio a Dios?
Algunas creen que «servir a Dios» es sólo para los clérigos de una u otra confesión. Otros piensan un poco más profundamente y tratan de servir por sí mismos participando en las oraciones y meditaciones colectivas. Otros, además de esto, bailan y cantan para la gloria de Dios.
No obstante, Dios quiere de nosotros muchísimo más.
A saber, Jesús el Cristo y otros Maestros Divinos insisten en que el servicio a Dios debe ser entendido como la ayuda a todos en todo lo bueno, con la particularidad de que es necesario hacerlo no para el propio beneficio, sino para el beneficio de aquellos a quienes estamos ayudando. Entre éstos, puede haber personas, animales o plantas. Por otra parte, detrás de todos ellos, debemos ver también el interés de Dios.
Sí, para distinguir las acciones buenas de aquellas que solamente parecen tales, nos es necesario tratar de ver cada situación desde el punto de vista del Plan estratégico general del Creador. En otras palabras, nos es necesario comprender la esencia del Proceso Evolutivo universal y encontrar nuestro lugar en éste.
Únicamente en tal caso, podremos no sólo tratar de cumplir ciertos preceptos de Dios, sino también ver su significado dentro de la Estrategia general del Creador. Esto nos dará un entendimiento más profundo de nuestras tareas y una idea más clara de cómo podemos ayudar a los demás de una mejor manera. En este caso, seremos capaces de llegar a ser los participantes y los ayudantes activos del Creador y del proceso de la Evolución de la Conciencia Universal.
Cada persona puede participar activamente en el proceso evolutivo de dos maneras principales: a) a través del propio perfeccionamiento espiritual y b) a través de la ayuda a los demás.
Durante esta participación, debemos, como enseñaba el apóstol Pablo (1 Corintios 12,14), tratar de ayudar a los otros con las facultades más elevadas que tenemos y también esforzarnos por adquirir facultades aún más elevadas.
Pues la Idea del Creador, al crear los mundos materiales (incluyendo nuestro planeta, una «isla» pequeñísima de materia en el universo), fue y es transformar los componentes energéticos del Absoluto menos perfectos en los más perfectos, con la particularidad de que las Conciencias individuales que alcanzaron esta Perfección completa enriquecen con Ellas Mismas al Creador.
Por eso, tanto el desarrollo personal como la ayuda a otras almas en su evolución constituyen un bien desde el punto de vista de Dios.
Cabe mencionar que si nos desarrollamos personalmente a través del trabajo meditativo, la calidad de nuestro servicio también crece, dado que nos acercamos al Creador según la calidad de la conciencia y empezamos a percibir el mundo cada vez mejor, obteniendo gradualmente Sus posibilidades de ver y de comprender.
Sin duda, también nos perfeccionamos a través de nuestra ayuda activa a los demás. De este modo obtenemos el conocimiento acerca de cómo podemos ayudar, conocimiento que nos servirá, por ejemplo, después de desencarnar.
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Experimentemos (o por ahora, por lo menos, imaginemos) que existe solamente el Único Macroorganismo Universal, el Absoluto, dentro del Cual tiene lugar el Proceso de Su Desarrollo llamado Evolución Universal. Experimentemos la integridad y la interrelación de todo dentro de Él, Único. Experimentemos que no estamos separados de Él, sino incluidos en Su Organismo, en el Proceso de Su Desarrollo. ¡Experimentemos la alegría por ser consciente de esto! Y ahora —ya con la comprensión completa— esforcémonos por transformar todas las conciencias individuales capaces para esto en la Conciencia Que existe en la Morada del Creador.
Todos somos Uno dentro del Organismo del Absoluto. En este hecho se basa el principio, propuesto por Jesús el Cristo, de amar a sus prójimos como a sí mismos e incluso aún más que a sí mismos. Se trata de uno de los aspectos del AMOR llamado CUIDADO, cuya manifestación más alta es el sacrificio de uno mismo para el bien de los demás. Todo esto manifestó Jesús habiéndonos dado el ejemplo del CUIDADO por los demás con la hazaña de Su vida terrenal y Su muerte. ¡Seamos como Él en esto!
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Sin embargo, sólo muy pocas personas buscan conocer a Dios en el Aspecto del Absoluto o del Creador.
Los demás —educados en el ateísmo, depravados por su propia elección o por los movimientos religiosos degradados— están completamente satisfechos comiendo los frutos «prohibidos» (prohibidos por Dios) del «árbol del conocimiento del bien y del mal».
Ellos corren el riesgo de encontrarse en el infierno, pues los apegos terrenales provocan emociones negativas groseras, tales como el miedo, la ira, la angustia, la tristeza, la desesperación, los celos, la envidia, la irritación, el odio, la maldad, etc. Aquellas personas que viven en estos estados de la conciencia, para quienes estos estados se volvieron normales e incluso habituales, se acostumbran al infierno y se encontrarán inevitablemente allí después de su desencarnación.
Por el contrario, esos pocos que hallaron la tranquilidad del alma lejos de las pasiones terrenales y desarrollaron el Amor desinteresado hasta tan alto grado que pudieron enamorarse del Creador y acercarse a Él debido a este Amor, obtienen los frutos del Reino de los Cielos. ¡Y el Creador los recibe con Su Amor Supremo!
En cambio, los demás…
— «se aman» a sí mismos,
— llaman con la palabra «amor» a sus concupiscencias,
— exigen de los demás cada vez más amor para sí deleitándose con su propio egocentrismo y odiando a los otros porque ellos no Me complacen bien y no hacen lo que Yo quiero.
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Todos los seres, encarnados y no encarnados, se distinguen entre sí por las edades de las almas.
La edad del alma es también una de las características más importantes de cada persona.
Otras características cualitativas muy importantes son: el desarrollo intelectual, la perfección ética y el grado de la refinación de la conciencia (el nivel de su sutileza o grosería). En cambio, la valoración cuantitativa de un alma se basa en su tamaño.
Cada alma se desarrolla durante muchas encarnaciones terrenales. Por eso no podemos esperar que las almas que transitan sus primeras encarnaciones humanas tengan un potencial espiritual alto; podrán obtenerlo más tarde si evolucionan correctamente.
De aquí queda claro que no todas las personas encarnadas actualmente —ni siquiera todas aquellas que han entrado en contacto con el conocimiento espiritual más alto— podrán alcanzar la Morada del Creador en esta vida terrenal por mucho que se esfuercen.
Es más, la participación de las almas demasiado jóvenes en el trabajo esotérico serio puede provocar que desde cierto momento ellas, dejando de entender, empiecen a jugar «a la religión», de igual modo como los niños pequeños juegan a sus juegos. Incluso pueden comenzar a percibirse a sí mismos inadecuadamente, de la misma manera como los niños que juegan a la «guerra» se creen «coroneles» y «generales». Y en el peor de los casos, pueden contraer alguna enfermedad mental. Lo último sucede a menudo en aquellas organizaciones religiosas en las cuales, en lugar de Dios y el Amor, los factores místicos amenazantes (tales como diablos, demonios, brujos, vampiros y así sucesivamente) están en el centro de la atención de los creyentes.
Por consiguiente, los líderes religiosos deben manejar con mucho cuidado el conocimiento y los métodos esotéricos, tomando en cuenta su posible efecto destructivo sobre aquellos que todavía no han madurado intelectual y éticamente.
Asimismo, cada uno que busca alcanzar logros espirituales debe evaluar sensatamente sus propias capacidades y no subir aquellos «peldaños» de la «escalera» del desarrollo espiritual en los cuales no va a poder mantenerse.
A propósito, darse cuenta de que usted es todavía un alma joven no es nada malo. Al contrario, esto significa que usted aún no tuvo tiempo para desarrollar aquellos defectos del alma de los cuales tendría que deshacerse en caso contrario.
¡Un alma joven es aquella que tiene por delante todo el Camino espiritual alegre y feliz!
¡Pero no debe perder el tiempo!
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Yo mismo he vivido en esta vida terrenal muy intensamente. Y cuando abría el Camino hacia el Creador para mí y para mis amigos, muchas personas, en las diferentes etapas de este proceso, se unían a la «corriente» creada por mí. Al comienzo esto parecía bello. Pero luego, a partir de cierta etapa del trabajo, resultaba que de repente muchos perdían la comprensión lógica de todo lo que pasaba y empezaban a marchar hacia atrás o a dedicarse a entretenimientos. En vista de que yo no tenía tiempo para sus juegos, surgían el descontento hacia mí, las protestas y a veces incluso la enemistad.
No logré comprender rápidamente que no se debe regalar el conocimiento y los métodos sagrados a todos los que lo piden, y no podría haberlo comprendido sin haber tenido una abundante experiencia (a veces dramática para mí) de ayudar espiritualmente a diversas personas. (Ahora estoy compartiendo con ustedes esta experiencia para que puedan evitar fácilmente cometer los mismos errores que yo).
Pero no quiero que estas advertencias asusten a alguien y que ella o él abandone sus esfuerzos espirituales por eso. No. Simplemente, cada uno debe escoger para sí aquello de lo que es capaz.
Uno de los objetivos que todos pueden alcanzar es asegurarse para sí mismos el paraíso después de la desencarnación y un destino maravilloso para el futuro.
¡Es realmente fácil lograrlo! Simplemente hay que saber cómo. Pero ya hemos hablado de esto muchas veces.
Entre otras cosas, es necesario comprender que el progreso se logra solamente a través de los propios esfuerzos espirituales, y no a través de la participación en los ritos ni a través de las «oraciones de los santos» o de quien sea.
Y no debemos confundir la oración con la meditación (estos conceptos a veces se mezclan). La oración es, principalmente, un pedido dirigido a Dios en el cual la persona a menudo impetra de Él diversos bienes terrenales, mientras que la meditación es el trabajo con la conciencia dirigido al conocimiento de Dios, trabajo que asegura el progreso en el Camino espiritual si todo está bien con la ética y con el intelecto.