Ecopsicología/4. Fundamentos de la metodología del perfeccionamiento espiritual
4. Fundamentos de la metodología
del perfeccionamiento espiritual
4:1. La Perfección del Creador consta de las tres cualidades principales: Amor, Sabiduría y Poder. Por lo tanto, cada ser humano debe perfeccionarse según estos tres parámetros durante su evolución personal.
4:2. Que cada uno acepte y practique los siguientes principios éticos fundamentales:
«¡No hagas al otro lo que no deseas para ti!» y
«¡Ayuda a todos en todo lo bueno!».
Después de esto, será correcto comenzar a desarrollar las funciones del propio corazón espiritual, un órgano que produce las emociones de amor.
4:3. El corazón espiritual es una estructura bioenergética inicialmente localizada en la caja torácica. Cuando esta estructura ocupa el tórax entero y el practicante puede permanecer establemente allí con la concentración de la conciencia y desde allí percibir el mundo circundante, actuar y hablar, esto significa que ha cumplido la primera etapa del desarrollo de su corazón espiritual.
En este caso, el practicante —mientras permanece con la concentración de la conciencia dentro del corazón espiritual— no puede entrar en otros estados emocionales que no sean los de amor cordial.
Esto cambia radicalmente el carácter de sus relaciones con su entorno y mejora rápidamente su salud.
El que ha fortalecido este estado y se ha acostumbrado a vivir en éste manteniéndolo hasta el final de su encarnación en la Tierra, sin duda se encontrará en el paraíso entre otras almas paradisíacas similares.
Los métodos que permiten llevar a cabo todo esto han sido elaborados por nosotros, descritos en detalle en una serie de libros y mostrados en películas.
4:4. Para progresar en el desarrollo espiritual, el practicante debe transformarse en una gran alma compuesta principalmente del corazón espiritual.
También debe aprender a vivir sin salir de las emociones de amor, entre las cuales están: la frescura tierna, el cuidado por el otro con mucho tacto, la disposición sincera y desinteresada de ayudar a todos en todo lo bueno, el respeto hacia todos los que lo merecen, la gratitud hacia todos los que ayudan, el perdón para todos los ofensores, el olvido de uno mismo y la abnegación por el bien de los prójimos. (Pero cabe destacar que aun luchando por el bien de los prójimos, uno no debe salir del estado de amor).
Que cada uno se esfuerce por eliminar dentro de sí todas las manifestaciones de arrogancia, egoísmo, codicia, violencia, las emociones de odio en todas sus formas, incluyendo las emociones de condenación, venganza, envidia y celos. Los estados emocionales nombrados deben considerarse como opuestos al Amor.
Uno puede aprender a controlar sus emociones a través del trabajo intelectual enfocado en la lucha contra los propios defectos (o cualidades negativas) y en el desarrollo de las cualidades positivas faltantes. Los métodos de autorregulación psíquica, basados en el trabajo con las propias estructuras emocionogénicas del organismo, también serán de gran ayuda en este caso.
4:5. «Dios es Amor». Esta fórmula corta nos fue propuesta por Jesús el Cristo, Quien era y es Amor y Quien nos exhorta a serlo también.
Podemos acercarnos al Creador, Quien es Amor, solamente a través de convertirnos en Amor. No existe otra manera.
Y esto no es un lema irrealizable, compuesto de palabras lindas, sino un sistema de métodos y conocimientos verificados y aprobados por muchos buscadores espirituales.
4:6. Es muy importante desarrollar el intelecto para el avance espiritual. Los niños deben recibir una educación tan completa como sea posible. Los adultos también siempre deben tratar de adquirir nuevos conocimientos, principalmente aquellos que son valiosos en el Camino espiritual.
4:7. Uno debe dedicar su actividad laboral no a la búsqueda del dinero ni a la acumulación de riquezas materiales, sino a la adquisición de nuevos conocimientos, con los cuales luego podrá servir a Dios mediante el servicio a las personas.
4:8. ¡Que para cada uno el estímulo principal en la vida social sea hacer el bien a través de ayudar a todas las almas que evolucionan!
¡Que esta actividad sea un acto sincero de regalar! En este caso, otras personas —las mejores— también comenzarán a responder con regalos. Así se forman los grupos de verdaderos amigos fieles, unidos por propósitos espirituales comunes.
4:9. Dar a luz y educar correctamente a los niños es también un servicio a Dios.
4:10. En la educación de los niños, pueden usarse las técnicas especiales de desarrollo que los preparen para un trabajo espiritual serio en el futuro.
4:11. Los niños deben participar —cada uno conforme a su edad— en el trabajo creativo.
Que ayuden a sus padres en sus labores, que realicen diversos trabajos remunerados en el tiempo libre de sus estudios y que los establecimientos educativos incluyan la adquisición de diversas habilidades laborales en sus programas pedagógicos.
A través de esto los niños deben aprender a crear y a valorar todo lo bueno creado por otras personas.
De lo contrario, muchos de ellos se convierten en destructores al crecer.
4:12. El matrimonio y la educación de los niños nos ofrecen unas excelentes oportunidades para perfeccionarnos según muchos parámetros y para desarrollar diversos aspectos del amor, tales como la ternura, el cuidado del otro y el altruismo.
Además, el matrimonio y la educación de los niños enriquecen considerablemente la esfera intelectual proporcionando numerosas lecciones de psicología.
Dios es el Psicólogo Principal, por eso nosotros también debemos aprender la psicología.
4:13. La opinión de que la tarea primordial del ser humano es sólo «orar» es profundamente errónea y dañina. Debemos comprender que Dios no necesita en absoluto nuestras oraciones, cuya esencia es la pordiosería o mendicidad.
Dios necesita de nosotros, antes que nada, la impecabilidad ética en las relaciones con Él y con todos los seres vivos, incluyendo a las personas.
Entre otras cosas, Él quiere que Lo busquemos a Él, que Le sirvamos, que aprendamos a amarlo y nos esforcemos por desarrollarnos hasta tal grado que podamos presentarnos ante Él como el regalo más perfecto posible.
Este regalo por parte de una persona es un sacrificio agradable para Dios.
4:14. Por el contrario, las matanzas de los animales o de las plantas como un «sacrificio a Dios» no son necesarias para Él, sino que, más bien, deben ser consideradas como crímenes, y no como actos que agradan a Dios.
4:15. La inculcación a la gente de las ideas según las cuales el ser humano es nulo, irremediablemente pecaminoso y eternamente opuesto a Dios es falsa y delictiva. Ésta contradice a la Intención misma del Creador con respecto a nosotros y obstaculiza el crecimiento espiritual de las personas.
4:16. Una de las maneras de establecer los fundamentos para el desarrollo futuro del poder del alma (o conciencia) es el trabajo físico saludable. Si esto es imposible por el momento, los entrenamientos deportivos pueden ayudar.
Para progresar en el Camino espiritual, uno debe tener un cuerpo sano y fuerte.
Luego el poder de la conciencia se obtiene a través de las técnicas especiales para el desarrollo de las estructuras energéticas del organismo y a través de las meditaciones especiales. Sin embargo, está permitido enseñar estas técnicas y meditaciones sólo a los practicantes intelectualmente maduros que alcanzaron un estado emocional firme de amor y refinaron la conciencia.
4:17. La opinión según la cual una persona llega al paraíso o al infierno como resultado de algún acto (o actos) es errónea. Los actos que tienen importancia ética predeterminan el destino en el estado encarnado, en esta encarnación o en la futura.
En cambio, el lugar donde una persona se encontrará después de la muerte de su cuerpo (el infierno, el paraíso u otras dimensiones espaciales, incluyendo la Morada del Creador), depende de los estados de conciencia, a los cuales esta persona se ha acostumbrado durante su vida en el cuerpo.
Si esta persona se ha acostumbrado a permanecer en los estados emocionales groseros, tendrá que continuar su existencia sin cuerpo en estos mismos estados, en medio de una multitud de seres similares.
Si ella o él ha vivido (incluso el último período de su vida antes de dejar su cuerpo) en el amor cordial puro y sutil, se encontrará en el paraíso.
Con todo, para llegar desde el estado paradisíaco a la Morada del Creador y establecerse allí, el practicante debe realizar un trabajo meditativo largo y arduo bajo la guía de uno o varios Maestros Divinos.
Es necesario (si uno lo desea) dedicar la vida entera a esto.
Destaquemos que el practicante no puede recorrer esta parte del Camino por sí mismo. Si lo intenta, los errores pueden traer graves consecuencias. Por ejemplo, esta persona puede «perderse» en las dimensiones espaciales o un día empezar a experimentar los estados emocionales groseros bajo la influencia de uno u otro factor estresante, lo que puede provocar tanto el derrumbamiento de todos los logros meditativos como enfermedades serias.
4:18. Las personas que usan las sustancias llamadas drogas, incluyendo bebidas alcohólicas y productos de tabaco, no pueden progresar en el Camino espiritual.
4:19. El organismo de una persona encarnada es multidimensional y en esto es similar al Absoluto multidimensional. Por lo tanto, el proceso de conocerse a uno mismo coincide en gran parte con el proceso de conocer el Absoluto.
4:20 Una de las tareas principales del trabajo espiritual es remplazar el egocentrismo humano por el Teocentrismo tanto en la mente como en la meditación.
4:21 Los escalones más altos de la ascensión espiritual pueden ser superados solamente en el monacato.
4:22. El monacato significa centrar la propia atención y los esfuerzos en una sola Meta, que es el conocimiento completo de Dios, la Unión con Él en Su Morada y también la ayuda a todos los dignos en este Camino.
4:23. Las tareas planteadas ante los monjes no pueden ser alcanzadas a través de llevar ropas especiales, recibir nombres nuevos, hacer reverencias u oraciones estandarizadas. Todo esto no está relacionado directamente con el verdadero monacato.
4:24. El estilo de vida parasitario, a veces exaltado como una virtud dentro del ambiente religioso degenerado, es, en realidad, incorrecto y afecta negativamente los destinos de aquellos que viven así.
Dios considera la pordiosería como una ocupación indecente [10,18].
4:25. El celibato (prohibición de la vida sexual) no es un atributo verdadero del monacato. El celibato produce más daño que beneficio en el Camino espiritual. Es así porque contribuye a que el monje tenga un deseo sexual predominante (una sensación predominante de insatisfacción sexual) que desplaza al deseo primordial de alcanzar al Creador y ayudar a los prójimos.
El celibato también impide el desarrollo de algunas manifestaciones importantes del amor, tales como la ternura sexualmente coloreada, el cuidado del cónyuge y de los hijos.
Además, el celibato puede afectar la salud directamente provocando la prostatitis en los varones y la neurosis en los representantes de ambos sexos debido a la insatisfacción sexual.
4:26. El sexo no es en absoluto un «pecado»
a) siempre y cuando no esté acompañado por la violencia u otras formas de causar daño,
b) se haga con un compañero adecuado y
c) no desplace otros aspectos más importantes de la vida.
Una vida sexual armoniosa es una norma para todos los adultos sanos, incluyendo, por supuesto, a aquellos que han dedicado sus vidas completamente a los objetivos espirituales más altos.
Con todo, cabe destacar otra vez que un matrimonio debe estar formado por personas semejantes según su estatus espiritual [10,18].
4:27. La idea de que «cuanto más sexo, más espiritualidad» ha empezado a popularizarse recientemente en la sociedad. Este es el otro extremo, no menos dañino que el celibato para el desarrollo espiritual. Pues, en este caso, en el centro de la atención se encuentra el sexo, y no el Creador, ni el autoperfeccionamiento, ni la participación en el Proceso Evolutivo a través del servicio a Dios, el que consiste en la ayuda a otras personas en su existencia en la Tierra y en su crecimiento espiritual.
«Donde esté su tesoro, allí estará su corazón también», enseñaba Jesús el Cristo (Lucas 12:34).