Ecopsicología/Multidimensionalidad del espacio
Multidimensionalidad
del espacio
El espacio universal es realmente multidimensional. Así como la luz solar coexiste con el agua pura en el mismo espacio, pasando libremente a través de ésta casi sin interactuar; así como las ondas de radio de frecuencias diferentes existen en el espacio fuera y dentro de nuestros cuerpos, del mismo modo los otros mundos, las moradas de los espíritus y la Morada de Dios, se encuentran por todas partes, en la profundidad multidimensional dentro y fuera de todos los objetos, sean líquidos, sólidos o gaseosos.
La escala de multidimensionalidad es una escala especial de los estados energéticos que se distinguen entre sí por su calidad. Cuando estudiamos esta escala en la práctica, el vector de atención no debe ser dirigido hacia arriba o abajo, o hacia cualquier otra dirección, sino hacia lo profundo. Los estratos del espacio multidimensional (que se llaman eones en griego o lokas en sánscrito) se distinguen por el nivel de su sutileza-grosería.
El estrato de las energías más sutiles es Dios en el Aspecto del Creador. Él es percibido como la Luz purísima e infinita, parecida a la luz del sol matutino, tierno y templado. Allí no hay formas. Todas las formas se disuelven al llegar allí.
En las diferentes lenguas humanas, las personas Le llaman de forma distinta: Dios Padre, Jehová, Alá, Ishvara, la Conciencia Primordial, Tao, etc. Él es el Dios de los profetas judíos, de Jesús el Cristo, de Mahoma, de todos los fieles de China, de India y de otros países donde existen las nociones correctas sobre Él.
Sólo la ignorancia humana y el primitivismo intelectual resultan en la opinión de que si existen diferentes «nombres», entonces también existen diferentes dioses.
Precisamente desde la Morada del Creador, desde este estrato primordial, se realiza la formación de cada nueva «isla» de la Creación multidimensional. Como material de construcción para la materia sólida se usa, primero que nada, la protomateria (protoprakriti o bhutakasha en sánscrito), que se encuentra en un estrato especial.
Este estrato de protomateria se ve desde adentro —al penetrar allí— como un espacio infinito, lleno de Tranquilidad (o Calma) Tierna sin luminosidad intensa y se parece al estado de una noche calurosa y silenciosa, con muchas estrellas.
Es importante destacar que el Creador y los estratos de akasha están, respecto a la Creación entera, como en el otro lado de un «espejo», como «detrás del espejo». Un espejo normal tiene un lado oscuro y otro claro, del mismo modo en la profundidad multidimensional del Océano universal existe un fenómeno semejante.
Los físicos vislumbran este fenómeno mediante sus cálculos teóricos, tratando de encontrar «los mundos detrás del espejo» desde el mundo material. Ellos llaman a la energía de los estratos de akasha la «antienergía» o «antimateria».
Para crear una pequeña «isla» material en el Océano ilimitado del universo, el Creador forma en este lugar una zona de gravitación (atracción) elevada. Este fenómeno es conocido en astronomía como «agujero negro». De esta manera, diferentes tipos de «deshechos» espaciales (planetas muertos, meteoritos, polvo cósmico, etc.) son arrastrados y se dirigen hacia dentro del estrato de protoprakriti, en donde son convertidos en partículas elementales.
Luego los Espíritus Santos forman una condensación con este material. La gran presión y temperatura que surgen gradualmente en esta aglomeración desencadenan las reacciones de fusión nuclear. Así se forman todos los elementos de la tabla de Mendeleiev y las moléculas, incluyendo las orgánicas. En éstas empiezan a encarnarse las condensaciones pequeñas de protopurusha (protoenergía). De este modo comienza la evolución paralela de los cuerpos orgánicos y de las almas que se encarnan en éstos. Los biólogos han estudiado bastante bien la evolución de los cuerpos, solo hay que tener en cuenta el papel dirigente de Dios en este proceso.
Nuestra tarea humana consiste en recorrer el Camino desde la Creación hasta el Creador. Lo que solamente podremos hacer desarrollándonos y refinándonos (purificándonos) como conciencias o almas hasta el nivel requerido. Después de haberlo hecho, podemos afluir al Creador, enriqueciéndolo con nosotros mismos.
Esta era la «idea» de Dios al crear nuestra Tierra. Éste es el propósito de nuestras vidas.
Para nosotros es importante comprender que no somos capaces de existir independientemente de Él. Por lo tanto, nadie tiene ningún derecho ni razón para defender su propio egocentrismo ni para sentirse «especialmente importante». Pues el Único Que puede existir por Sí solo es el Creador, y Él no empezó toda esta Creación para nosotros, sino para Sí Mismo, para Su propia Evolución.
De aquí, la calidad de nuestros destinos. Si nos desarrollamos correctamente, todo va bien en nuestras vidas, si no, Él nos lo indicará a través de nuestro dolor y adversidades.
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Después de un extenso período de tiempo, según nuestras medidas terrenales, en nuestro planeta aparecieron billones de cuerpos humanos y una cantidad aún más grande de almas de diferentes edades y calidades. Entre estas almas, aquellas que alcanzan la Perfección entran en el Creador y ya no se encarnan más (a menos que lo hagan como Mesías o Avatares). El resto se encarna una y otra vez hasta que se acabe el tiempo de existencia de esta «isla» material. Durante su aniquilación, toda la materia y todas aquellas almas que no se han acercado al Creador se desintegran hasta el estado de akasha, formando el material de construcción para las futuras «islas» y para las diversas formas de vida en éstas.
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En un extremo de la escala de sutileza-grosería energética se encuentra el Creador y en el otro extremo está el estrato diabólico, el mundo de las energías oscuras y groseras, horroroso por su estado emocional y «viscoso» como el petróleo.
También existe la morada para los virtuosos: el paraíso.
Cada persona, después de desencarnarse, cae en el estrato que mereció mientras vivía en su cuerpo en la Tierra. Sin duda, debemos anhelar llegar a estratos cada vez más altos.
Para nosotros, criados mayoritariamente en un ambiente ateo o de ignorancia religiosa predominante, es difícil, aunque imprescindible, comprender que Dios Padre no vive arriba en el cielo físico, ni en una montaña alta, ni en otros planetas… Él está en cada parte del universo, en la profundidad debajo de nuestros cuerpos y debajo del mundo material entero, debajo de la Creación entera.
La «escalera» que lleva a Él no va hacia arriba, sino hacia lo profundo. Sus peldaños son las etapas de la refinación de uno mismo como conciencia. Y esta escalera empieza en nuestros corazones espirituales.
Todo lo antedicho fue investigado por el autor de este libro. No es una copia de otros libros ni tampoco un relato redactado a partir de las palabras de otras personas.
Cada uno debe tratar de recorrer este Camino. Pero es importante saber que la forma correcta de progresar en éste es «pasando de un peldaño a otro», y no «saltando varios peldaños a la vez».
La Morada del Creador existe por todas partes, debajo de cada molécula material. Y la distancia que nos separa de ésta, como lo dijo Jesús, no es «mayor que el grosor de una hoja de papel delgado» [25].
Dios Padre no está en el cielo físico. Está por todas partes, dentro y alrededor de nuestros cuerpos, debajo de cada una de sus partículas. ¡Su Morada está sumamente cerca! ¡Pero intenta pasar allí!
Es posible hacerlo sólo con Su bendición, la que puede ser obtenida únicamente por una persona que ha desarrollado el Amor, la Sabiduría y el Poder en el grado necesario.
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El Camino hacia la Morada del Creador es el Camino de la refinación gradual de uno mismo como conciencia. Primero hay que «apartarse del mal y apegarse al bien» [6,7,11], es decir, abandonar las compañías borrachas y el ambiente de las personas crueles y groseras; en vez de esto, hay que encontrar la belleza en la naturaleza y en el arte verdadero. Y que los compañeros del Camino espiritual sean sus amigos.
La siguiente etapa de la refinación de la conciencia y de su fortalecimiento en la sutileza, puede ser cubierta a través del trabajo inicial con el corazón espiritual. Luego debemos limpiar los chakras y meridianos principales, incluyendo el meridiano chitrini (Brahmanadi). Después de hacerlo, podremos salir del cuerpo a través de este meridiano y caer enseguida en el Espíritu Santo. La meditación Pranava nos proporcionará las primeras uniones con Él. Así, moviéndonos de un peldaño al otro del Edificio multidimensional, haciendo a veces paradas para descansar y adaptarnos a los nuevos estados, llegaremos a la Morada del Creador, que en ese momento se convertirá en nuestra Casa.
¡Así es el Camino verdadero hacia Dios! ¡Pero, lamentablemente, a menudo vemos lo opuesto: las protestas enfadadas con las llamadas a la represión de los «infieles», los anatemas (maldiciones) contra algunas personas «heterodoxas», contra las sectas vecinas o incluso contra naciones enteras! Este es el camino opuesto, el camino para convertirse en un diablo, el camino hacia el infierno.