Ecopsicología/Desarrollo de los chakras. Dantianes
Desarrollo de los chakras.
Dantianes
Podemos seguir desarrollando los chakras llenándolos e «inflándolos» con luz blanca, brillante y pura. Para esto, visualizamos detrás del cuerpo una poderosa bomba que podemos conectar a cada chakra mediante una manguera. Entonces escogemos un chakra e «insuflamos» allí la luz a través de la manguera. Después escogemos otro chakra y así con todos.
Las visualizaciones que creamos en los eones sutiles, de hecho, se vuelven reales allí y con su ayuda podemos no solamente limpiar nuestras estructuras energéticas, sino también sanar a otras personas eliminando las áreas negras asociadas con las enfermedades y realizando incluso «operaciones quirúrgicas» visualizando los instrumentos correspondientes.
A partir de esta etapa del trabajo, podemos convertirnos en unos buenos sanadores.
La sanación es una de las maneras de dar nuestro amor a las personas. ¡Por lo tanto, cuando sanamos, el Espíritu Santo nos ayuda con alegría, especialmente si se lo pedimos!
Si el sanador ya sabe interactuar con el Espíritu Santo, puede también pedirle pasar a través de sus chakras durante la sesión de la sanación, lo que contribuirá, a propósito, al desarrollo y a la refinación de éstos (pueden encontrar más detalles acerca de la sanación en el libro [9]).
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Aprendamos una nueva variante del ejercicio con el tetraedro:
1. Hagámoslo girar detrás de algún chakra como la broca de un torno dental.
2. Luego lo introducimos en el chakra como si fuera el hueco de un diente cariado. La suciedad sale volando por todos lados. Podemos lavarla visualizando sobre nosotros una «ducha».
3. Aumentamos el tamaño del tetraedro y ampliamos el chakra de esta manera.
4. Después de hacerlo con todos los chakras, «nos duchamos» y descansamos en shavasana.
Otra técnica que permite ampliar los chakras es la siguiente: entramos en cada chakra desde atrás empezando por el anahata; nos experimentamos allí enteramente como en una cueva llena de luz y con las manos de la conciencia, empujamos cada pared del chakra hacia el infinito.
Otro ejercicio maravilloso consiste en experimentarnos como una poderosa lámpara eléctrica del tamaño del cuerpo que está encendida y cuyo filamento de tungsteno está en el anahata. De esta manera iluminamos desde allí el espacio circundante.
Más tarde, podemos trasladar la visualización del filamento encendido a otros chakras y a diferentes partes del cuerpo, limpiando con su luz los brazos, las piernas y todo lugar donde sintamos malestar. De esta manera eliminamos las energías groseras, nos purificamos, nos hacemos más luminosos, nos sanamos y nos acostumbramos a ser luz. Pues «Dios es Luz, y en Él no hay ninguna oscuridad» (1 Juan 1:5). Así —gradualmente— nos acercamos a Su estado.
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Los chakras desarrollados se unen en grupos funcionales llamados dantianes en chino.
El dantian alto consta de los tres chakras altos, el dantian central, sólo del anahata y el dantian bajo, de los tres chakras bajos.
Entre estos tres dantianes, el central es el más importante, porque nos permite transformarnos en el Amor y afluir al Creador. Los otros dos dantianes son simplemente auxiliares: el dantian alto contribuye al desarrollo del dantian central con su función intelectual y con su función de evaluación estética, mientras que el dantian bajo, siendo el centro principal de poder en el organismo, asegura el desarrollo del dantian central proporcionándole energía.
Todos los dantianes (así como todos los chakras) deben ser armoniosamente desarrollados; sin embargo, es preciso siempre dar prioridad al dantian central durante los entrenamientos meditativos.
La función más importante del organismo humano ante Dios es el amor. Pero el amor no puede ser cabal sin el apoyo intelectual, ético y energético (o de poder). Por lo tanto, en el Camino espiritual debemos desarrollar cada una de estas funciones. Al hacerlo, es importante recordar siempre que debemos seguir manteniendo constantemente la sutileza de la conciencia. Es más, debemos hacerla cada vez más sutil. Las entradas en los estados groseros significan la pérdida de todo lo que fue logrado y tienen como consecuencia, en el mejor de los casos, la detención del desarrollo y, en el peor de los casos, un fracaso total.
El desarrollo correcto del dantian bajo (que también se designa con el término «hara») y de todos los otros dantianes se logra óptimamente a través de las técnicas meditativas especiales realizadas en los sitios de poder correspondientes. Uno de los secretos en este caso consiste en recuperar la funcionalidad de los meridianos «embrionarios» que unían los sistemas energéticos de la madre y del feto a través del cordón umbilical. Después de la «restauración» de estos canales, el hara empieza a funcionar como un sistema integral, como un centro energético que proporciona el poder.