Ecopsicología/Métodos preparatorios Métodos preparatoriosLos métodos preparatorios sirven para formar la fe inicial, y esta última se necesita con el fin de que aparezca el estímulo para hacer los esfuerzos espirituales. Pero ¿qué es la fe? Bueno, es un concepto de múltiples niveles. Algunos dicen sobre su fe: «Sí, sé que algo existe allí, un intelecto cósmico, ovnis…». Otros afirman con mucha seguridad: «¡Sí, creo en Dios!», y hasta se persignan al decirlo. ¡Pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo para comprender qué es lo que Dios quiere de nosotros y, mucho menos, para transformarse según Su Voluntad! Por el contrario, van a emborracharse, robar, odiar y matar, pensando de vez en cuando: «¿Será que a Dios no Le gusta esto? ¡Ah, qué importa, después lo arreglamos!». Así como para mí sería poco interesante escuchar, por ejemplo, sobre los métodos de producción de joyas o de la talla de los diamantes, así mismo para ellos es poco interesante escuchar sobre Dios. Una vez tuve una conversación con un ex párroco. Él me contó que en ese momento estaba trabajando en su tesis. Le objeté que a nuestra edad deberíamos preocuparnos más por los asuntos monásticos que por la obtención de títulos terrenales. «¿Acaso Le servirá tu grado de doctor a Dios?», le pregunté. Él contestó: «Bueno. Si Dios existe o no, no se sabe, ¡mientras que el grado ya es casi mío!». La fe obtiene valor real siempre y cuando esté acompañada por el amor hacia Dios. Pues sólo el amor puede hacer que una persona empiece a transformarse sinceramente para agradar al Amado, para llegar a ser tal como Él quiere que ella sea. Más tarde, este amor podrá convertirse en la pasión que hará que esta persona deje todo lo que le obstaculiza el movimiento en el Camino hacia los Brazos abiertos del Creador. Desde aquel momento comenzará el verdadero monacato, es decir, la existencia de uno a uno con Dios. Así pues, para ayudar a las personas a intensificar su fe, existen técnicas tan absurdas —desde el punto de vista de aquellos que ya hace mucho tiempo cumplieron estas etapas— como los movimientos, cantos y bailes rituales, como las oraciones o la adoración de las imágenes de Dios y de los «santos» en forma de íconos o ídolos. Sin embargo, a pesar de la aparente absurdidad de estos «juegos religiosos», durante los cuales la gente participa en los rituales, recibe las iniciaciones y los mantras individuales o colectivos y así por el estilo, Dios «se adapta» a estos juegos y ayuda a los buscadores sinceros que se encuentran en este ambiente a superar los primeros difíciles escalones del gran Camino. Por ejemplo, a pesar de que el bautismo en el Espíritu Santo (descrito por el Apóstol Felipe [10,18]) no se parece de ningún modo al ritual homónimo de ninguna de las iglesias, Dios lo acepta de los neófitos sinceros si ellos lo realizan como un juramento ante Él de tener la intención inquebrantable de buscarle y de encontrarle. En cambio, si un bautismo es recibido por los destacamentos de asesinos antes de que vayan a cometer sus sangrientos crímenes, ¿no es una profanación detestable de las Enseñanzas de Jesús el Cristo y de la muerte abnegada que Él sufrió por nuestra causa? Lo mismo sucede con el bautismo de los niños. ¿Acaso la experiencia de la vida no nos demuestra la inutilidad de este ritual? ¡Pues tanto los bautizados como los no bautizados se enferman, mueren, se dan a la bebida y se convierten en delincuentes! El bautismo es un juramento de fidelidad hacia Dios, y no un acto de «magia protectora». Este juramento sólo lo puede hacer una persona adulta y con bastante experiencia, con la particularidad de que lo debe hacer ella misma, y no los «padrinos». Es un hecho muy conocido que los niños pequeños a veces se enredan en el collar con la cruz y terminan estrangulándose. Durante la época del bautismo forzado de los rusos, los verdugos solían marcar con cruces a aquellos que ya habían sido bautizados para poder luego «cazar» con más facilidad y torturar a aquellos que evitaban el bautismo [6]. ¿Para qué entonces las personas llevan cruces ahora? ¿Acaso piensan que es agradable para Dios? Pero para Él basta que un cristiano sincero y verdadero tenga el signo del bautismo en el alma. Por otro lado, la oración antes de la comida, los iconos en la casa, el visitar los templos, la participación en los rituales, la repetición de los mantras y la sensación de la cruz en el tórax pueden fortalecer la fe haciendo que las personas se acuerden de Dios. Y Dios indica a los buscadores dignos que empiezan a usar todo esto que sus esfuerzos iniciales son correctos. Lo hace influyendo sobre la esfera emocional de estas personas mediante los flujos de Su gracia, permitiéndoles de esta manera experimentar el éxtasis. Con todo, no existen los rituales que permiten «salvarse». Y después de obtener la fe, uno debe empezar a estudiar la Voluntad de Dios y no los cánones de aquella organización en la cual empezó su Camino. Además, debe hacer esfuerzos reales con el fin de perfeccionarse como un alma o conciencia. Como vemos, no hay nada malo en que las personas participen en las formas rituales de la práctica religiosa durante ciertas etapas de su desarrollo. Esto ha ocurrido en todos los tiempos, países y formas de la religión. Tampoco tiene sentido tratar de discutir cuál ritual es mejor que otro, aunque un ritual será mejor en la medida en que nos llene de amor, éxtasis, tranquilidad, armonía y alegría pura y calmosa. Los rituales deben ayudar a los creyentes a cultivar y a fortalecer exactamente estas cualidades. El problema no está en la forma de los rituales, sino en la ideología predicada por las organizaciones que los ofrecen. * * * Todas las personas se distinguen entre sí por su edad psicogenética, es decir, por la edad del alma. La edad del cuerpo (o edad ontogénica) es otra cosa. Cada persona al encarnarse puede recordar, rehabilitar y recuperar rápida y fácilmente aquello que había desarrollado en sus vidas pasadas. Esto es válido para el potencial intelectual, el grado de desarrollo de los chakras, el tamaño de la conciencia, las inclinaciones profesionales y la expresión de unas u otras cualidades del alma. Por eso es posible observar que las personas adultas poseen capacidades muy diferentes para comprender los problemas religiosos, y esto es algo absolutamente normal. También es normal que la mayoría de los creyentes —junto con sus líderes— se quede hasta el final de su encarnación en la etapa preparatoria de su desarrollo espiritual. En sus encarnaciones futuras, ellos tendrán otras posibilidades para continuar su Camino. Con todo, es necesario informar a las personas que esta etapa es solamente una etapa preparatoria, porque esto ayudará a quienes ya son capaces de ir más allá a despertarse más rápidamente y a seguir avanzando.
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